La profesora Carina Gimeno Uribes, del departamento de Fisiología de la Universidad CEU Cardenal Herrera, afirma que "el helado puede formar parte de una dieta equilibrada", siempre que su consumo entre "en unos límites razonables y el resto del menú tenga un contenido energético moderado".
El helado más aconsejado es aquel que contenga la leche como ingrediente base, por su contenido de calcio.
En una dieta saludable el helado puede ser una merienda adecuada, siempre que su consumo sea moderado o tomarse como postre de alguna comida principal “Preferentemente debe ser sustitutivo de otro producto lácteo y no un alimento añadido al menú habitual”.
El valor nutricional del helado reside en las proteínas de alto valor biológico que le aporta la leche, vitaminas del grupo B, A y calcio.
Por otra parte, “en ningún caso debe desplazar a la fruta como postre por tener un sabor dulce, ni sustituir a otros alimentos básicos de la dieta”.
Ni tampoco, tomar todos los días helado porque esté hecho a base de lácteo, ya que su valor energético es superior al de un yogur, oscila entre 200-250 Kcal dependiendo de sus componentes y la cantidad empleada: agua, leche, mantequilla, nata, grasas vegetales, azúcar, frutos secos, frutas, yema de huevo, chocolate, turrón, galletas o bizcochos, entre otros.
En conclusión se puede tomar helado pero con moderación, y nunca sustituyendo a un alimento básico como la fruta, ni tampoco después de haber ingerido el menú habitual como un extra.